Otra página. Miércoles 6, y se acerca el verano. Escribir por escribir, sin plan y sin antena, como siempre, y siempre aterra porque parece que será para nada. Escribir para el olvido, es lo que hago.
No quiero realidad en esta página. Ni siquiera (por una vez) quiero arte. Y mientras tanto trato de corregir la postura. No escribo ahora para mí, lo cual equivale a no escribir para nadie.
Ha vuelto el viejo terror: haber hablado nada con nadie.
Debo seguir. And for once the future looks bright because the present is shining. Y no debería estar aquí, debería estar haciendo aquellas cosas pero justo ahora no importa. Vendrá la noche y será la calma.
Es un ejercicio, entrar en contacto conmigo a través de esto, de nada y nadie. Saber que nada de esto tiene la menor importancia si no me implico por completo. Representatividad constante. Y así vendrá la paz y la distancia. Frases.
Yo tenía una fuerza que partía de una idea equivocada de los otros. Confluía en la forma de mi cuerpo y en el eco de mi sombra. Y como el oro en las manos de la tierra, así mi voluntad secreta, que sólo se manifiesta en un lenguaje incomprensible. Me doy cuenta de que me fascina lo lineal del asunto, la falta de otra dimensión que no fuera conceptual y la imposibilidad de corregir como no fuera tachar una palabra o dos o toda una línea, para luego seguir adelante. Se parece al habla pero permanece.
Vendrá la noche y será la paz y la distancia. Y atando cabos llego a la maraña que me ocupa: activar lo universal desde mi centro más blando.
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